Ángeles Santos a través de la óptica de Germaine Greer

30 Ago, 2023

Era 1929 cuando la artista Ángeles Santos, con apenas 17 años, irrumpió con fuerza en el panorama artístico español. Su obra “Un mundo” se mostraba ese año en el Salón de Otoño que se celebraba en el Parque del Retiro y causó sensación entre artistas e intelectuales de la época.

Santos en aquel momento recibía que recibía clases de pintura de un artista local en Valladolid, y si conocía las tendencias de vanguardia europeas era por libros o revistas. Se convirtió pronto en “objeto de deseo” para aquellos hombres, que acudían a visitarla desde Madrid, y con los que entabló también correspondencia. Gómez de la Serna, cuenta la propia artista, se enamoró de ella y estuvo a punto de pedirle matrimonio.

Decían de ella que era “genial”, “excepcional”.

Gómez de la Serna lo definió como una revelación: “la de una niña de diez y siete años. Ángeles Santos, que aparece como Santa Teresa de la pintura, oyendo palomas y estrellas que le dictan el tacto que han de tener sus pinceles”. No tuvo reparos el escritor en hacer referencias en sus críticas al pelo o a los ojos de la artista.

Por su parte, Francisco de Cossío escribió: “¿Cómo pintará Angelita a la edad de 37 años, la edad a la que murió Rafael?”

La respuesta es que pintaba muy diferente.

Se ha especulado mucho sobre las causas. En 1931, Ángeles Santos permaneció durante un mes y medio internada en un sanatorio por decisión de su padre. Gómez de la Serna denunció la situación en La Gaceta Literaria con el título “La genial pintora Ángeles Santos, incomunicada en un sanatorio”.

Su experiencia aquí podría haberle marcado sin duda. También se ha comentado que su padre se oponía a su dedicación a la pintura. La realidad es que a su salida del sanatorio continuó pintando de la misma forma, y siguió participando en exposiciones en diferentes lugares, con la ayuda de su padre y en ocasiones vinculada a ese mismo círculo de intelectuales que la consideraban excepcional. Su cambio en la pintura ocurrió algunos años después, cuando conoció al pintor Emilio Grau que poco tiempo después se convertiría en su marido. Santos se dejó influir por él y su pintura se volvió colorista y, algo muy importante: comercial.

¿Cómo podemos analizar lo que ocurrió con Ángeles Santos?

No planteo sentar las bases de nada, pero la historia de Santos me lleva a pensar en Germaine Greer y su libro “La carrera de obstáculos. Vida y obra de las pintoras antes de 1950”. El amor o la familia son para Greer algunos de los factores que pueden volverse en contra de las mujeres artistas para lograr su profesionalización, pero también habla de algunos más. Por ejemplo “la ilusión del éxito” o el tamaño y son estos dos obstáculos los que, en mi opinión, pueden ayudarnos a entender ese giro radical en el trabajo de Ángeles Santos.

La ilusión del éxito para Germaine Greer tiene que ver con todos esos halagos que una joven mujer artista recibe durante el principio de su trayectoria. Calificativos como genial o excepcional se entrecruzan a veces con valoraciones sobre el físico, el carácter o la vestimenta de las artistas con las que se desvía la atención sobre sus obras y su consideración profesional. Según Greer, estos falsos halagos tienen una finalidad bien definida: disuadiar a la joven artista de continuar con su trayectoria. Al margen del malestar que pueden llegar a provocar las apreciaciones sobre el físico, cuenta Greer que etiquetas como genial o excepcional generan inseguridad en las artistas que, no lo olvidemos, tenían una formación menos profesionalizada que los hombres.

Y hay otro tema que ya adelantaba: el tamaño, que nos lleva a una obra concreta: Un mundo.

Para ponernos en contexto, podemos tener en cuenta lo que escribió Manuel Abril en 1929:

“Es digno de tenerse en cuenta el valor que supone el hecho de que una chiquilla acometa la ejecución de obras de tres y medio metros de cuadro y logre la técnica y riqueza de concepción necesaria para ordenar en espacio semejante una composición de gran envergadura como es ésta. (…) No sólo ha logrado la autora llenar el gran espacio de la tela sino que lo ha logrado bien”

Queda claro lo excepcional del hecho de que una mujer ejecute una obra de esas dimensiones y la condescencia de las palabras de Abril.

Dice Germaine Greer que a la pregunta de Linda Nochlin ¿Por qué no habido grandes mujeres artistas? podría responderse: por el tamaño. Las pinturas creadas por mujeres siempre son de tamaño modesto y esto se debe a circunstancias materiales: trabajen en el ámbito doméstico y no tiene acceso a encargos o a mecenas de relevancia. Pero hay más. Greer pone el foco en la forma en la que percibimos las pinturas de gran formato, asociadas a la heroicidad y por lo tanto a lo masculino. Queda claro, en ese falso elogio de Abril, que Ángeles Santos se estaba adentrando en un terreno que no le pertenecía.

No sé si algo de lo que planteo influyó en el cambio de Ángeles Santos. Si algún factor, varios o todo a la vez. Para ella todo se resumía en que quería dejar de sentirse extraña.

Ángeles Santos es una de las artistas de la Guía “Mujeres y vanguardia en el Museo Reina Sofía que puedes descargar gratis si te apuntas al curso “Mujeres artistas en el franquismo” antes del 15 de septiembre.

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¡Hola! Soy Montaña

Soy historiadora del arte y en el blog escribo sobre arte contemporáneo, mujeres artistas, feminismo, museos y exposiciones

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