A lo largo de estos dos días se han tratado temas como la relación del comisario con el museo o las instituciones culturales, la gestión de presupuestos, los procesos de selección de artistas y obras o las diferentes tipologías de exposiciones. Se habló sobre la importancia del diseño expositivo, de la señalética y las cartelas, de la viabilidad de los proyectos y su adaptación al espacio disponible, de contar con una extensa red de colaboradores, del trabajo en equipo y de saber manejar los recursos que tenemos a nuestro alcance. Junto a esto se dijo que el comisario, además de mediador entre las obras de arte y el público, es también autor y creador de una obra que es la propia exposición.
La verdad es que esta última afirmación, aunque está bastante extendida, debería ser matizada y esta es mi opinión: el comisario de una exposición debe ser ante todo mediador, definir el marco conceptual de la exposición, elaborar un discurso coherente y accesible por el público y dejar que el protagonismo recaiga en las obras expuestas, en el artista y en el mensaje que queramos contar. Me quedo, por ejemplo, con la definición que da Javier Duero en un artículo de El País de 18 de noviembre de 2011: “un pensador, un investigador, un productor, un educador, un mediador”. Tania Pardo, por su parte, en el programa Los oficios de la cultura dedicado al comisariado de exposiciones apunta dos ideas que me parecen muy interesantes: la figura del comisario como contador de historias y la importancia de tener experiencia previa en tareas similares como la coordinación de exposiciones.
Estrella de Diego explica muy bien (o al menos eso creo) en qué consiste el comisariado de exposiciones en un artículo publicado en El País el pasado 25 de junio de 2012.
En primer lugar, habla sobre la importancia de tener conocimientos y capacidades en diversas materias, como gestión de presupuestos, conservación de obras de arte, comunicación, redacción de textos, diseño y maquetación, y de ser conscientes de la responsabilidad que conlleva encargarse de un comisariado, una responsabilidad que, según explica, puede llevarnos a colocar las cartelas o a barrer la sala de exposiciones para que todo esté perfecto.
En segundo lugar, y aunque de pasada, menciona qué es lo más complicado del comisariado: tener la idea e investigarla, elaborar un proyecto coherente que encaje con el espacio que va acoger la exposición y es que, muchas veces, se nos olvida esta labor de investigación previa sobre la que se basará el discurso de la exposición.
Creo que esta es una de las razones por las que actualmente (y desde hace años) se habla del comisariado como una profesión en crisis y es que, al menos en España, el aumento del número de los museos de arte contemporáneo ha conllevado una burbuja de comisariado (es mi opinión) y hemos visto cómo muchos comisarios se han autodenominado así sin serlo en realidad porque les faltaba lo más importante: el discurso. Se ha presentado el comisariado como opción profesional de futuro y cada vez existen más programas de formación en el sector, pero lo cierto es que es difícil acceder y poder dedicarse profesionalmente a ello.
Hace apenas unos meses, Bea Espejo escribió un artículo en El Cultural en el que podíamos leer opiniones de diferentes comisarios españoles sobre la situación de crisis actual y sobre cuáles deben ser los nuevos modelos, más sostenibles que deberían establecerse. La mayoría de ellos coinciden en que es necesario (todavía) definir y acotar el concepto de comisariado, asumir responsabilidades como formadores de nuevos públicos, elevar la calidad de los proyectos, trabajar en propuestas más pequeñas y asequibles basadas a veces en la experimentación o la colaboración con otros comisarios o con el propio público. Chus Martínez, una de las comisarias entrevistadas, defiende la vigencia del comisario internacional, algo que es necesario (desde mi punto de vista) diferenciar del comisario estrella.
Podríamos poner como ejemplos de colaboración propuestas como Jugada a tres bandas (que sirve como excusa a Javier Díaz Guardiola para realizar un reportaje en ABC Cultural sobre el papel del comisario con algunos de los comisarios participantes) y Arte Cotidiano, o de experimentación experiencias como La Exposición Expandida o los micromisariados puestos en marcha por el colectivo Nowwwh.
Junto a todo esto yo añadiría otros conceptos como participación (en diferentes grados siempre que esté justificada), transparencia y claridad y sencillez a la hora de dar a conocer los planteamientos de los diferentes proyectos y de explicar a la sociedad en qué consiste ser comisario y por qué es una figura importante dentro del entramado del arte. Como muestra de esto, os dejo un vídeo de una acción realizada en Sevilla por Juan Ramón Barbancho.