Dos de las performances más conocidas de Suzanne Lacy tienen como temática la denuncia de la violación. Me refiero a los proyectos Three weeks in may y In mourning and in rage, que desarrolló, ambos en 1977, en colaboración con Leslie Labowitz, con quien creó el colectivo Ariadne Network. Sin embargo, Lacy ya había trabajado anteriormente en una línea similar varios años atrás, cuando, en 1972 realizó la performance “Ablutions” también en colaboración, esta vez junto a Judy Chicago, Sandra Orgel y Aviva Rahmani. En ese mismo publicó su primer libro de artista, titulado Rape is, sobre el que quiero centrarme en este artículo.
Suzanne Lacy, que estudia medicina y zoología, se convierte en una activista por los derechos de las mujeres tras participar en el Primer Programa de Arte Feminista de Judy Chicago en Fresno. Influida por los happenings de Allan Kaprow, el auge de la performance y la lucha de la segunda ola del movimiento feminista, que sitúa la violencia sexual en la esfera pública y política, Lacy desarrollará una práctica artística centrada en la colaboración entre artistas, comunidades y medios de comunicación. Además, en sus trabajo Suzanne Lacy también tratará de sacar a la luz testimonios reales y de situar al espectador frente a experiencias aterradoras o confusas que reflejaban las vivencias de las víctimas de violencia sexual.
Será precisamente el libro Rape is, según Nancy Princethal, la obra que marca un antes y un después en la definición de violación más allá de la experiencia personal. Pero Rape is, que se editó por primera vez en 1972 en el contexto del Programa Feminista del Instituto de las Artes de California, también denuncia la estructuras que sustentan la cultura de la violación.
El propio diseño del libro resulta incómodo: las solapas se cierran en la parte central con una pegatina de color rojo en la que puede leerse la palabra Rape (violación), y que será necesario romper para poder leer el interior. La intención de Lacy, y de su mentora en este proyecto, Sheila Levrant de Breteville, era hacer consciente al espectador de estar invadiendo violentamente una experiencia íntima, privada, de estar cometiendo, metafóricamente, una violación.
En el interior del libro de Suzanne Lacy, Rape is, pueden leerse 21 definiciones de violación desde el punto de vista de las víctimas, que van más allá de la agresión sexual para adentrarse en cuestiones psicológicas. Desaparece así el dominante punto de vista del violador que en la historia del arte representaba la violación como una exaltación de poder y dominación, enmascarada mediante la belleza de la composición y las formas.
Lo más interesante para mí del trabajo de Suzanne Lacy es que va más allá de la denuncia de la violencia contra las mujeres para mostrarla en el ámbito público y político, sino que su interés por generar proyectos de transformación social le ha permitido crear redes de colaboración y resistencia de mujeres.
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