Era el año 1974 cuando Ilise Greenstein se embarcó en un ambicioso proyecto que le llevó varios años: retar la iconografía de la Capilla Sixtina como símbolo de la cultura occidental y del concepto patriarcal de la historia y del arte. ¿Qué papel ocupa la mujer dentro de la obra de Miguel Ángel?, se preguntaba Greenstein. ¿Dónde está en el mito de la Creación?
Ilise Greenstein participaba ya en el movimiento feminista y con su Sister Chapel, el nombre con el que tituló su proyecto, no buscaba proponer una forma de representar ese mito de la creación, sino celebrar la vida, el valor y los logros de las mujeres. Por eso, Ilise Greenstein invitó a doce mujeres artistas a representar a otras mujeres que fueran referentes para ellas. La propia Greenstein define la Sister Chapel como un “retrato de cómo las mujeres ven a otras mujeres histórica, espiritual o simbólicamente”.
Mujeres históricas como Frida Kahlo o Juana de Arco, mujeres coétaneas como Betty Friedan o Bella Abzug, figuras conceptuales como Lillith o divinidades femeninas pueblan el panteón feminista ideado por Greenstein. Once de las artistas participantes (June Blum, Martha Edelheit, Elsa M. Goldsmith, Shirley Gorelick, Betty Holliday, Diana Kurz, Cynthia Mailman, Alice Neel, Sylvia Sleigh, May Stevens y Sharon Wybrants) crearon retratos de cuerpo entero manteniendo sus propios estilos mientras que Maureen Connor diseñó una estructura circular a la que el espectador debía acceder para ver todas las pinturas.
Ilise Greenstein, por su parte se encargó de pintar el techo de la capilla en el año 1976 y, si en un principio a planteó mostrar la creación de Eva, más tarde decidió dejarlo libre de representaciones y apostó por una alegoría de las estaciones junto con un pequeño espejo de forma circular en el centro. El objetivo de la artista era mostrar que no había límites para las mujeres, aunque todas sabemos que esto no es así, y tampoco lo era en el momento en el que se concibió y ejecutó la instalación Sister Chapel y de hecho nos resulta chocante si pensamos en el término “techo de cristal”, tal y como lo conocemos ahora, que no se acuñó hasta el año 1978, cuando, curiosamente, se mostró al público por primera vez la Sister Chapel.
Cuarenta años después, en 2018, la artista Alicia Framis volvió a hablar del techo de cristal, pero esta vez de aquel que nos frena para llegar a puestos de responsabilidad, para alcanzar la igualdad salarial, y que, en definitiva, limita las oportunidades profesionales de las mujeres. The walking ceiling, la propuesta planteada por Framis, está protagonizada por mujeres jóvenes profesionales que soportan sobre sus cabezas una placa de vidrio de 2×3 metros que amortiguan con telas acolchadas. Una protesta silenciosa con la que la artista trata de huir las actitudes puramente masculinas.
La instalación The Sister Chapel se expuso en varios lugares de Estados Unidos entre 1978 y 1980 y tras décadas de abandono, especialmente tras la muerte de Greenstein en 1985, fue recuperada por la Rowan University en 2016 donde en la actualidad se expone de manera permanente.
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