Sobre cómo Nancy Spero y Martha Rosler denuncian la guerra de Vietnam
“La guerra es asunto de hombres” es el título de un artículo publicado por Ángeles García en El País en octubre de 2018 con motivo de la exposición monográfica que el Museo Reina Sofía dedicaba a la artista Nancy Spero (1926 – 2009). Y aunque el caso de la artista estadounidense lo trataré más adelante, me parece interesante el acercamiento que la periodista hace a la obra de Spero y a su visión sobre el dolor, la crueldad y la guerra como “puros inventos masculinos”.
El contexto político internacional actual, con Europa y Occidente sobrecogidos ante la guerra en Ucrania y sus consecuencias, nos ha dado un baño de realidad y ha hecho que desaparezca nuestra creencia naif de que las guerras son cosas del pasado, o que al menos solo ocurren en países menos civilizados que los nuestros. Pero también la situación actual ha puesto sobre la mesa, una vez más, las similitudes que existen entre la realidad y la visión de artistas mujeres que, como Spero, siendo conscientes del lugar que ocupan en el mundo, ponen en el foco el carácter masculino de las guerras.En este sentido me resulta imposible no encontrar paralelismos entre la fotografía difundida el 15 de marzo de 2022 de los primeros ministros de Polonia, República Checa y Eslovenia señalando un mapa durante su visita a Kiev y la obra “Sus batallas” (2022) perteneciente a la serie “Espacio público” de la artista pop valenciana Isabel Oliver (1946).
La relación entre las guerras como la máxima expresión de la dominación del espacio público, entendido como lugar político, por parte de los hombres, y de la reclusión en el espacio doméstico de las mujeres, se ve perfectamente reflejada en el contexto estadounidense de la II Guerra Mundial y sus años inmediatamente posteriores. La incorporación de las mujeres al trabajo fuera del hogar durante ese período se verá frustrada por la finalización del conflicto, aunque a cambio recibirán atractivas compensaciones que no podrán rechazar: electrodomésticos que les harán la vida más fácil y publicaciones femeninas en aumento con llamativos anuncios publicitarios de productos que les ayudarán a gestionar su malestar y que podrán comprar en los cada vez más numerosos centros comerciales. El estereotipo de la perfecta ama de casa llegará así a su máximo esplendor en un período de tiempo en el que paradójicamente, o quizás no, el pensamiento feminista empieza a cobrar fuerza y dará lugar, a mediados de la década de los sesenta, a la creación de los primeras organizaciones de mujeres con voluntad política y activista.
Cuando estalla la Guerra de Vietnam, la sociedad estadounidense vive la efervescencia de los movimientos por los derechos civiles, y también del feminismo, que encuentra en fechas tempranas una vía de expansión y lucha efectiva a través del arte. La toma de conciencia feminista de las mujeres artistas culminará en estos años en proyectos colectivos como la Woman House de Judy Chicago y Miriam Schapiro, y también en la reivindicación de medios de expresión de menor tradición masculina como la performance, el videoarte o el fotomontaje.
El fotomontaje como denuncia política: Martha Rosler
Precisamente será el fotomontaje, como denuncia política, la técnica elegida por Martha Rosler (1943) en sus series “Bringing the war home: House beautiful” y “Bringing the war home: in Vietnam”, realizadas durante los años sesenta a partir de fotografías publicadas en revistas como Life o House Beautiful. En estas series, según explica Susana Carro Fernández, Rosler presentaría el hogar como una “plácida burbuja en medio de la violencia que rige el mundo”, una violencia que no parece terminar y que Rosler continuará denunciando en nuevas series de Bringing the war con motivo de las guerras de Irak y Afganistán.
En estos fotomontajes de Rosler, la mujer, recluida en el ambiente doméstico que le es propio dentro de la sociedad patriarcal, es consciente de los conflictos que ocurren en el exterior pero no tiene la capacidad ni el modo de intervenir en ellos. Tenemos que tener en cuenta las mujeres que acuden a las zonas de conflicto suelen desempeñar tareas alejadas de la primera de fuego y del uso efectivo de las armas, como enfermeras, administrativas, o fotoperiodistas. Volviendo a la artista Martha Rosler, son especialmente significativas obras como “Cleaning the drapes”, en la que una mujer descubre una escena de la guerra de Vietnam al limpiar las cortinas de su casa, “Red stripe kitchen”, donde unos soldados invaden la impoluta cocina de una casa norteamericana, además de otras en las que vemos a ciudadanos vietnamitas mutilados en una sala de estar.
La difusión a través de los medios de comunicación de lo que ocurre en el frente, ya sea mediante la información, la desinformación o la propaganda, rompe esa frontera entre lo público y lo privado o lo doméstico, entre lo masculino y lo femenino, para mostrar la guerra como una experiencia colectiva que marca a la sociedad sin necesidad de participar activamente en ella. Además, Martha Rosler también denuncia una forma en la que las guerras afecta específicamente a las mujeres, como madres de soldados y víctimas de violaciones.
Papel para distanciarse de la tradición masculina: Nancy Spero
Nancy Spero,que además de artista fue activista política y formó parte del colectivo Women Artists in Revolution, expone en su proyecto War Series (1966 – 1970) su denuncia crítica sobre la guerra de Vietnam, entendida, como Spero entendía todas las guerras, como “violencia de estado”. “Los juegos de guerra de los niños pequeños se vuelven realidad”, dice la artista al hablar sobre este proyecto. Al abordar esta serie Nancy Spero tomará también la decisión política de utilizar un medio frágil como el papel como soporte, para alejarse del lienzo y poner distancia con sus compañeros masculinos. Su práctica artística, según ella misma decía, era un “acto de rebelión” y un vehículo para canalizar su ira.
Formada por más de cien obras, de las cuales tres forman parte de la colección del Museo Reina Sofía, War Series se centra en denunciar el carácter masculino del conflicto bélico y la obscendidad y la violencia del poder y en representar a las mujeres como víctimas y como fuente de violencia: “Yo quería escandalizar, quería impactarles con la idea de la obscenidad de la guerra, mostrando la guerra como una sexualidad obscena, pornográfica, de modo que la bomba fuese antropomórfica y el cuerpo obsceno, a la vez masculino y femenino. Utilizaba el motivo tan trillado de representar el pene como arma, y con el aspecto obsceno de esa lengua que vomita sobre las víctimas, y los helicópteros, que yo entendía como los signos de la guerra de Vietnam, convirtiéndose en monstruos prehistóricos…”
Al hacer hincapié en esta visión “pornográfica” de la guerra, Nancy Spero prestrará especial atención la violencia sexual sufrida por las mujeres en el contexto bélico, en un momento en el que todavía era un tema tabú, en obras como “Fuck” o en un proyecto algunos años posterior, titulado “Torture of women” que, basado en un informe de Amnistía Internacional, denunciaba la violencia sexual sufrida por mujeres en países gobernados por regímenes dictatoriales especialmente de América Latina.
Además, obras como Female bomb, perteneciente a la serie War pone de manifiesto el carácter rebelde de la artista estadounidense, con la que, explica, “le estaba sacando la lengua al mundo”.
La denuncia con perspectiva feminista de otros conflictos bélicos ha continuado y continúa siendo en la actualidad temática de mujeres artistas que, en ocasiones viven estas guerras muy de cerca. Ejemplo de ello son proyectos como “Dolor en un pañuelo” o “Mientras, ellos siguen libres” en la que Regina José Galindo denuncia la violencia sexual en el contexto de la guerra civil de Guatemala, o “Lustmord” de Jenny Holzer, sobre la instrumentalización de la violación en la guerra de la antigua Yugoslavia.