Arte urbano – sala 5 de @laexpoexpandida

9 Nov, 2011

Estamos acostumbrados a convivir con el graffiti y el arte urbano en nuestras ciudades. Firmas, mensajes de carácter político o social, plantillas, pegatinas, pinturas más o menos elaboradas, o mobiliario urbano transformado de manera generalmente ilegal generan opiniones encontradas (¿arte o vandalismo?) que se traducen en duras normativas municipales contrarrestadas con concursos, exhibiciones al aire libre o muros cedidos a los graffiteros. Pero el graffiti no es un fenómeno / problema contemporáneo, sino que se remonta a la antigüedad, con antecedentes en Egipto y Roma. En el siglo XVIII nos encontramos con el primer graffitero en el sentido moderno del término: Kyselak, un joven que apostó con unos amigos que conseguiría hacerse famoso en todo el imperio austrohúngaro en tres años, para lo que empezó a dejar su nombre en los lugares más visibles que encontraba durante sus viajes.
Firma de Kyselak. Foto de Urbanario.es
Ya a lo largo de la segunda mitad del siglo XX nos encontramos con dos escenarios imprescindibles para comprender el desarrollo del graffiti y el arte urbano en la actualidad: el mayo francés y los barrios marginales de grandes ciudades estadounidenses, como Nueva York o Philadelphia. En el primer caso, las calles de París se llenaron de pintadas con gran contenido político, mensajes que llamaban a la movilización de la sociedad y que ahora forman parte de nuestro imaginario colectivo. En el segundo caso, jóvenes afroamericanos y puertorriqueños se rebelaban ante una ciudad de grandes construcciones y vagones de metro recién inaugurados, de grandes rótulos publicitarios y luces de neón con los que las autoridades les bombardeaban, en contraste con la vida en los guetos en los que vivían. Trataban de hacer notar su presencia en la ciudad, de marcar el territorio con sus firmas. Ellos, que no tenían cultura visual ni formación artística, mostraban influencias de Pollock o de De Kooning, e influyeron en el desarrollo de corrientes artísticas posteriores. Fueron pioneros, y, sobre esto, Normal Mailer, autor de La fe del graffiti, dijo:

 “ Si el graffiti de metro no hubiera nacido, seguramente algún artista habría considerado necesario inventarlo, pues estaba en la cadena de la evolución. (…) Los graffitis de metro formaban un delta fluvial, una desembocadura fangosa de cientos de riachuelos pictóricos” 

En España no será hasta la década de los ochenta cuando llegue el graffiti, de la mano de Juan Carlos Argüello (Muelle), que sentó las bases de lo que se conoce como el graffiti madrileño y que ha influido notablemente en las posteriores generaciones de graffiteros y artistas urbanos españoles, con una metodología de trabajo más respetuosa que la neoyorkina, según Javier Abarca. Muelle dejaba su firma, que acompañaba con una flecha y la R de marca registrada, sobre muros abandonados y vallas publicitarias, pero no sobre vagones de tren, aunque permanece el mismo sentimiento e interés por reafirmarse como individuo dentro de la ciudad

“Cuando pintas te sientes vivo y te olvidas de que eres masa”

Firma de Muelle en la Calle Montera de Madrid (foto de Wikipedia)
En la actualidad, el graffiti y el arte urbano empiezan a adentrarse en los museos, las galerías y las ferias de arte, pero no podemos olvidar que en estos espacios se descontextualizan este tipo de manifestaciones artísticas, creadas desde y para la calle, por artistas que ya no necesariamente se vinculan a lo marginal o a las culturas del punk o el hip hop, pero que mantienen su interés por remover conciencias, movilizarnos política o socialmente, o simplemente sorprendernos. Son artistas que que están formados artísticamente y muestran en ocasiones una impresionante cultura visual y estética a través de diferentes técnicas que van más allá del aerosol o el stencil.Pero, ¿qué lleva a un artista a utilizar la calle y la ciudad como soporte para su trabajo artístico?
Dos Jotas nos responde:
 “Mi trabajo depende de la ciudad para exisitr, pero sobre todo como defensa del espacio público. Hoy en día hay una necesidad por parte de los ayuntamientos e instituciones de llenar todo de objetos. La calle se convierte en una monstruosa galería de arte, por medio de esculturas decorativas, meras ampliaciones de piezas destinadas a una sala, que sin ninguna relación con el lugar o el escenario, se convierten en objetos intranscendentes. Esto, unido a la publicidad, la señalítica, o las pintadas, provoca un ruido, una agresión visual insoportable.Por todo esto, el modo de hacer, de intervenir, parte de asumir y formar parte de todo este ruido, sin agregar más, simplemente aprovechándolo y modificándolo.
En este sentido destacan sus proyectos Sombras Suelo y Relieves, en los que la presencia humana, que se sugiere mediante sombras en elementos de mobiliario urbano, o caras en relieve que surgen en las paredes, pasa inadvertida entre la multitud de ruido que inunda las ciudades.
Sombras suelo
Relieves
Por su parte, QR podría catalogarse en el grupo de artistas urbanos interesados en emplear materiales o lenguajes poco convencionales. Es pionero en la utilización de códigos QR o códigos bidimensionales para proyectos interactivos de arte urbano con fines artísticos y no meramente publicitarios. Sus intervenciones parten de nuestro comportamiento ante este tipo de recursos: a primera vista no entendemos nada, pero como sabemos que existe un mensaje oculto, acudimos a descifrarlo con nuestros teléfonos móviles. Pero QR considera que la única manera de utilizar este tipo de elementos con “despropósitos artísticos” es anular el mensaje. Por eso, si pretendemos descubrir lo que nos quieren decir sus murales interactivos, que realiza desde el año 2008, en la pantalla de nuestro teléfono móvil aparecerá la frase “No entiendo nada”.
Mural interactivo de QR
Intervención de QR en Tabacalera, Madrid

Francisco de Pájaro representa una forma de relación con la ciudad más reivindicativa que los casos anteriores gracias a su proyecto El arte e$ ba$ura. Tras una serie de experiencias artísticas y laborales frustradas, Pájaro decidió (o podríamos decir que casi se vio obligado a) dejar su estudio y utilizar la basura y los materiales de desecho que se encuentran en la calle para criticar el precio de la vivienda, el paro, la corrupción política o el propio sistema artístico mediante intervenciones callejeras de gran impacto visual (habla sobre basura a través de basura), que pueden encontrarse principalmente en Barcelona hasta que son recogidas por los servicios municipales de limpieza.

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¡Hola! Soy Montaña

Soy historiadora del arte y en el blog escribo sobre arte contemporáneo, mujeres artistas, feminismo, museos y exposiciones

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