Entrevista a Isabel León para Mujeres Mirando Mujeres (completa)

21 Abr, 2017

Cuando Mila Abadía de Arte a un click me escribió para participar en esta edición de Mujeres Mirando Mujeres, tenía claro que la artista a la que entrevistaría sería Isabel León. La conocí primero como fotógrafa y reconozco que su “salto” a la performance me resultó un tanto chocante, pero esto me hizo empezar a seguir su trabajo con más interés y expectación. Para mí Isabel León destaca por su constancia y su dedicación, pero también y especialmente por la coherencia y la sinceridad de sus propuestas, en las que utiliza recursos mínimos y pone mucho de sí misma, al mismo tiempo que huye de conceptos complejos. Creo que muchas de sus acciones transmiten emociones que pueden incluso a llegar a transformar de algún modo las vidas de las personas que interactúan con ella. 

Para adaptarme a las normas de participación en Mujeres Mirando Mujeres tuve que editar y cortar algunas partes de mi conversación con Isabel León, pero todas sus palabras me resultaron tan interesantes que he decidido publicarla íntegramente aquí.

Espero que os guste la entrevista. Podéis leerla también en la plataforma www.mujeresmirandomujeres.com junto a otras entrevistas, textos y presentaciones de mujeres del mundo del arte sobre mujeres del mundo del arte. 

¿En qué momento decides que quieres dedicarte al arte de acción?

Yo hacía acciones para mí en formato foto y vídeo y las llamaba “autorretratos”; hacía performances de una manera inconsciente, por así decirlo. El momento que me marcó para tomar consciencia de sus posibilidades y decir “este es mi lenguaje y esto es lo que quiero hacer” fue en el año 2007 en el Festival Influxus en el Museo Vostell Malpartida organizado por Koke Vega. Era un proyecto de acción, de performance, y de vídeoacción. Koke me invitó para presentar una videoacción pero me ofreció accionar en vivo. No había vuelto a hacer acciones en vivo desde la facultad (allí sí que hacía, con Bartolomé Ferrando en la asignatura de performance, que era mi favorita en realidad, aunque hasta la fecha no me había planteado tirar por ese camino), y le dije que sí. Cuando hice la acción en este festival para mí fue revelador; puedo marcar ese momento como aquel en que tomé conciencia de que esto era lo que quería hacer, de que este era mi lenguaje… me sentí realmente bien. Allí conocí a algunos de los artistas de performance españoles que ahora podríamos llamar “clásicos”, que me acogieron con los brazos abiertos dentro de esta gran familia.

¿Qué te aporta accionar que no te aportan otras disciplinas?

Una de las cosas por las que me enganchó el arte de acción fue poder liberarme del objeto artístico, del tener que producir un objeto para moverlo, para exponerlo y para terminar almacenándolo. Ese “liberarme de la producción material” fue una de las primeras cosas que me atrajo, pero lo que más me apasiona en realidad es la idea de experiencia vivida, del aquí y del ahora, de lo efímero… del desapego que supone este tipo de trabajo. También me interesa compartir ese momento tanto con el público como con otros artistas. Me aporta la emoción y la intensidad de ser un arte vivo, básicamente.

¿Cómo ves el panorama del arte de acción en España?

Creo que en los últimos años está empezando a producirse una apertura hacia el arte de acción por parte de museos, instituciones y del mundo del arte en general. La práctica de este lenguaje en España lleva mucho tiempo. De hecho, tuvo un momento súper potente en los noventa; el problema es que se ha desarrollado siempre muy fuera del circuito del arte. Es como una gran familia, y la experiencia a nivel humano es estupenda, pero ha estado siempre un poco al margen, no ha llegado ni trascendido mucho fuera de este círculo. Lo que veo es que esta apertura que ahora se está dando del mundo del arte y de los medios hacia el arte de acción es un poco equivocada; el interés va hacia lo llamativo, lo espectacular, incluso lo morboso. Los nombres que suenan, sin ánimo de criticar ningún trabajo artístico ni sus trayectorias, no son representativos de lo que es realmente la performance en España. Hay todo un movimiento performático muy potente, de mucha calidad, de mucha gente trabajando en este lenguaje desde hace mucho tiempo con un trabajo no tan espectacular, quizá porque no hay desnudos o violencia, pero que no transciende… En los medios no especializados se está asociando la performance con unas prácticas con las que nada tiene que ver en realidad. La mayoría de los artistas españoles que se dedican a la performance de manera profesional trabajan principalmente fuera de España o dentro de este circuito de la performance muy concreto y que dificilmente trasciende a los medios o fuera de este circuito.

Has participado en encuentros de arte de acción en numerosos países principalmente europeos, ¿cómo ves esta disciplina fuera de España?

Pasa un poco como en España, que existe una “comunidad” de performers en cada país, aunque la realidad varía de unos lugares a otros. Hay países del norte de Europa donde hay un apoyo institucional al arte de acción muy grande y hay más artistas, o pueden moverse más para mostrar más su trabajo. También en algunos países de América Latina hay mucho movimiento, en Asia… Cuando te adentras en este mundo empiezas a descubrir, descubrir, descubrir… Gracias a las redes sociales puedes encontrar a gente que hace performance en todas partes del mundo. Veo que hay mucho movimiento, pero no te puedo decir qué realidad tienen, qué tipo de apoyo tienen en cada lugar. En el norte de Europa sí me consta que tienen más apoyo institucional y en los otros países supongo dependerá del momento socio político que estén viviendo.

¿Crees que es más difícil dedicarse al arte siendo mujer?

En general es más difícil dedicarse a todo lo profesional siendo mujer. Da la casualidad de que en el mundo de la performance hay muchas mujeres, así que no lo noto tanto. De hecho, cuando organizo y programo me vienen a la cabeza más mujeres que hombres para trabajar. Es una de las disciplinas donde más mujeres hay, pero es cierto que, si ya es difícil dedicarte al arte siendo mujer, dedicarte a la performance es más difícil pero no por ser mujer, sino porque es performance… o quizá por las dos cosas.

¿Cuáles son tus referentes femeninos en el mundo del arte de acción?

Sin lugar a dudas: Esther Ferrer. Yo no soy mitómana, pero reconozco que tengo absoluta debilidad por ella, por su trabajo y por su coherencia como persona y artista, porque para mí el arte y la vida están estrechamente relacionados y debe haber coherencia entre lo que haces, lo que dices y tu trabajo… y Esther Ferrer para mí es la coherencia personificada; es la mejor.

También me gusta mucho el trabajo de Nieves Correa, que es de otra generación posterior. Es una persona que lleva toda la vida dedicada al arte de la performance en España. Es la directora del festival Acción!MAD desde hace muchos años y también se dedica a la docencia, campo en el que está haciendo una labor excelente para difundir la performance. Para mí es otro referente, porque, además, su trabajo como artista es exquisito.

 ¿Qué te aportan internet y las redes sociales a la hora de trabajar?

Me aporta, obviamente, poder estar en contacto con toda esta red de performers que hay por tantos lugares y estar al tanto de lo que se está haciendo, de lo que sucede en otros puntos del planeta. Al tratarse de un arte vivo, me permite mostrar y compartir mi trabajo más allá del contexto concreto de un festival, en el que sólo lo ven los que están allí en ese momento. En internet puedes compartir lo que vas haciendo, aunque sea a través de la documentación. Además, puedes compartir otro tipo de trabajos, como las series de vídeos muy cortitos de performances en las que estoy trabajando últimamente, pensadas justo para internet, que me permiten crear y compartir lo que hago más cotidianamente.

¿Por qué trabajar con elementos mínimos?

No sé si fue una decisión consciente o si mi trabajo empezó a ser así poco a poco. Yo trabajo partiendo de mí misma y trato de ser lo más coherente posible. No pretendo hablar de mí de manera evidente, sino que parto de mí realidad más inmediata y hablo de cosas que en el fondo son universales. Todos tenemos miedo, todos tenemos ilusiones, todos comemos, todos dormimos, todos amamos… Parto de una pulsión personal pero en el fondo estoy hablando de temas comunes a todo el mundo. El tema de lo mínimo creo que viene de aquella necesidad de liberarme de lo material y de poder crear a partir de mí misma: mi cuerpo y los menos elementos posible. Me encanta lo cotidiano, lo cercano, lo accesible, lo aparentemente insignificante. Si puedo utilizar para mi trabajo lo que tengo en casa, mejor, y si no, algo fácil de encontrar en una ferretería o un supermercado. No me gusta complicarme técnicamente, sino que el trabajo surja de lo más sencillo y lo más inmediato… Esto es un reto también porque es muy arriesgado a veces: si no tienes una producción y medios muy elaborados, tienes que confiar mucho en el contenido del trabajo y en tu propia presencia… Pero me gusta trabajar así, asumir ese riesgo, o al menos es lo que necesito hacer ahora. No digo que no evolucione y de pronto necesite complicar más mi trabajo técnicamente, pero en este momento me conecta con cómo soy yo, cómo siento y cómo vivo. Me interesa ir a lo esencial e ir quitando capas que a veces tapan lo que realmente importa.

¿Qué te aporta la docencia?

Me encanta la docencia porque aprendo mucho a través del trabajo de los participantes y las reflexiones grupales. Además, cuando compartes lo que sabes y ves cómo le puede llegar a alguien, y cómo lo transforma, cómo lo interpreta y cómo crea a partir de esa herramienta y esas claves que tú le ofreces, es muy bonito. A mí me encanta trabajar con gente que no tiene ni idea de qué es la performance. Es una práctica artística que no necesita ningún tipo de habilidad ni práctica ni manual ni corporal, sólo se necesita ser tú mismo. Se trata de encontrar tu manera, tu forma… Me encanta.

¿Qué es EXCHANGE Live Art?

EXCHANGE Live Art es un proyecto en el que estoy trabajando desde el año 2012 con Ana Matey, artista que vive en Madrid. Es un proyecto que investiga sobre la comunicación y tomamos el arte de acción como principal herramienta. Propiciamos encuentros, laboratorios… en los que artistas de distintos ámbitos, procedencias y trayectorias trabajan juntos para crear, tomando el tema de la comunicación como principal eje conceptual. Nosotras hemos trabajado como comisarias y como artistas. Hemos investigado junto a artistas noruegos, canadienses, finlandeses, marroquíes… Este proyecto me ha aportado muchísimo a muchos niveles; tanto artístico como personal. Ayuda a tomar consciencia de lo importante que es la comunicación, que es la base de todo; cómo se da lugar a las diferentes interpretaciones, a confusiones… Es una oportunidad para aprender a dar y a recibir, que no es tan fácil. Yo ofrezco pero tengo que estar también dispuesta a recibir… Con frecuencia no sabemos dar o no podemos recibir, y trabajar todas esas cosas me ha enriquecido mucho a nivel humano, además de tener la posibilidad de viajar y trabajar con artistas de otros países. Casi siempre son experiencias muy intensas, un poquito duras a veces por el reto que supone trabajar con otra persona que ni siquiera conoces, pero termina mereciendo la pena.

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¡Hola! Soy Montaña

Soy historiadora del arte y en el blog escribo sobre arte contemporáneo, mujeres artistas, feminismo, museos y exposiciones

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