Fundación Newcastle: “El tamaño es una cuestión de distancia”

11 Abr, 2014

Cuando estaba estudiando la carrera, Cáceres era un lugar donde era posible ver arte emergente. Foro Sur era una feria de arte más abierta a la ciudad, más divertida y menos pomposa (aunque siempre tuvo críticas) y desde la Junta de Extremadura se apoyaba a los jóvenes artistas con becas y exposiciones.

También había galerías (no muchas) aunque terminaron cerrando. La única galería que hay ahora, Casa sin fin, abrió hace poco tiempo. Entre las galerías que funcionaban durante esos años había una, Bores & Mallo, dirigida por Javier Castro, que se situaba en un local estrecho de la calle en la que ahora está el Centro de Artes Visuales Helga de Alvear. Bores & Mallo cerró en 2006 y ahora, ocho años después, Javier Castro vuelve a dirigir, esta vez desde Murcia, un espacio propio: la fundación Newcastle, la fundación de arte más pequeña del mundo, que tiene su sede en una casa de muñecas.

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¿Qué te ha llevado a crear tu propio espacio de arte portátil?

Llevaba tiempo jugando al euromillones y a la primitiva; sobre todo cada vez que veía que el premio era de los que tienen un bote con cien millones o más. No apostaba tanto porque pensara que me iba a tocar como por la ilusión de soñar las cosas que podría hacer con ese dineral. De hecho muchas veces los días previos al sorteo dibujaba bocetos de cómo sería la fundación de ayuda a artistas y escritores que construiría. Trazaba edificios preciosos con terrazas sobre el paisaje de bosques, una enorme biblioteca e incluso piscinas para que en el verano los artistas residentes pudieran bañarse. La sala de exposiciones la imaginaba enorme y maravillosa… durante meses fui perfeccionando en mi cabeza los detalles. Hace unos dos meses cuando el premio en el euromillón era de 128 millones acerté –lo que es un milagro porque nunca hago más de una apuesta- cinco números de los siete que había que acertar (tres más los dos números estrella). Gané sólo 44 euros… Entonces me di cuenta de varias cosas: de que nunca tendría dinero para hacer aquellas piscinas y de que uno también puede soñar en pequeño, o mejor dicho, que los sueños no tienen tamaño. Fue entonces cuando decidí hacer un proyecto que ayudara a los artistas y que a la vez –de alguna manera- demostrara que se puede hacer algo grande y serio y que para ello no hace falta mucho dinero sino mucha ilusión. La Fundación Newcastle no nace porque me guste lo pequeño sino porque no tengo dinero para hacer algo mayor. No me interesa nada la idea de miniatura, de hecho con la Fundación se produce un efecto contrario y cuando uno observa en ella las piezas, se pierde la sensación de estar viendo las cosas colgadas en una casa de muñecas y todo adquiere importancia y las obras dejan de ser pequeñas y crecen. En este país se han hecho cosas con mucho dinero y a por decirlo así “a lo grande”, por eso me apetecía hacer algo pequeño pero que fuera a la vez muy “institucional”, muy serio; algo humilde pero tan lleno de amor y entusiasmo que inspirara a la vez respeto y ternura.

¿Cuál ha sido tu trayectoria profesional antes de este proyecto?

Creo que mi primer trabajo fue recoger tomates en un verano cerca de Galisteo, pero con los años me dediqué a trabajar en el mundo de la cultura. Comencé de gestor cultural en pequeñas localidades haciendo cosas raras -como organizar belenes vivientes o la fiesta del cerdo engrasado- hasta que en 1996 abrí la galería Bores & Mallo, un proyecto que en sus sedes de Cáceres y Lisboa duró diez años. Posteriormente colaboré con la fundación Salamanca ciudad de la cultura dirigiendo Art Salamanca durante tres ediciones y actualmente trabajo en el Centro Párraga en Murcia. En el año 2012 fundé la editorial Micromegas junto a Marisol Salanova centrada en el ensayo sobre arte y estética.

¿La Fundación Newcastle tiene vocación de permanencia?

Tu pregunta me ha hecho recordar la fábula de los tres cerditos y la idea de que lo estable y lo que permanece no es la casa de paja ni la de madera sino la del cerdo que cogió ladrillos y construyó un búnker resistente a los soplidos del lobo. Yo creo que la realidad es precisamente la contraria y que –como sabemos es más fácil que se extinga un dinosaurio acorazado que un pequeño insecto. O como decía Quevedo que lo duro –los dientes- desaparecen mientras lo blando –la lengua- dura. En este sentido para que se mantenga la Fundación Newcastle no se necesita mucho –y esa es su fuerza-, ni mucho dinero ni mucho esfuerzo. Tan sólo hacen falta ganas de disfrutar y de soñar. Ahora que lo pienso esto es mucho… pero creo que, de momento, es de lo único que voy sobrado. Por otra parte la idea de que la Fundación no dure mucho y acabe desapareciendo también es bonita y hace que uno quiera vivir su existencia con esa intensidad de lo que sabemos breve. Mi respuesta final serían aquellos versos de la canción “Eu sei que vou te amar” de Vinicius de Moraes en los que decía que la cosa sea infinita… mientras dure.

¿De qué espacio útil dispone?

La Fundación es un edificio de tres plantas. La planta baja y la primera están dedicadas a espacio expositivo y la planta superior o desván es una zona de almacenaje. La planta baja es un espacio diáfano amplio en su pequeñez y la primera planta está dividida en dos salas. Cuando te sientas frente a los espacios estás mirando una casa de muñecas pero a los diez segundos te has olvidado de ese detalle. El tamaño en el fondo es una cuestión de distancia y la Fundación está pensada para ser abrazada y acariciada y por lo tanto al ser algo tan cercano su espacio es mayor de lo que parece desde lejos.

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¿Qué tipo de manifestaciones artísticas tienen cabida en La Fundación Newscastle? ¿Qué limitaciones has puesto?

La Fundación Newcastle puede dar cabida a cualquier manifestación artística. Vídeo, escultura, instalaciones, fotografía… incluso nos interesan cosas raras como la pintura al óleo. No hay pues ninguna limitación a los proyectos. Los artistas podrán hacer cualquier cosa, incluso destruir el edificio ya que, como el modelo Newcastle 38061 de la fábrica Chaves es de serie, simplemente habría que comprarlo otra vez. La única limitación para los visitantes de las exposiciones que se desarrollen cuando la Fundación esté en casa es que tengo gata –Misha- y los alérgicos a los felinos lo llevarán mal y llorarán.

¿Qué puede hacer un artista o comisario para exponer en La Fundación Newcastle?

Sé que lo que voy a decir no suena muy bien, pero prefiero ser sincero: no me planteo este proyecto como un quedarme sentado a la espera de recibir propuestas sino que quiero salir a la búsqueda de lo desconocido como si fuera un adolescente que sale un sábado por la noche. Hay muchos artistas que me emocionan, que me gustan tanto que quiero convencerlos para hacer algo aunque también estaré encantado de recibir propuestas y trabajar con artistas y comisarios que aún no conozco. En un sentido práctico lo que debe hacer la gente que quiera que hagamos algo juntos es mandar un mail o un mensaje de facebook contando su idea. Luego vendrán las llamadas, el concretar detalles, el soñar juntos y cuando llegue la inauguración vendrán las risas, las conversaciones y toda esa parte tan importante.

¿Te planteas colaboraciones con otros espacios de arte portátiles?

No. Tengo dos motivos, el primero sería de orden estratégico y es que –al igual que la familia real nunca viaja toda junta en el mismo avión por si hay un accidente- los soñadores, los que creemos que otro modelo cultural es posible no debemos agruparnos en ghettos o cerrarnos sino que debemos dispersarnos y luchar a lo largo de la línea del frente. La segunda razón es que si colaborase con otros espacios pequeños o portátiles estaría dando importancia al espacio y a su tamaño y de una manera inversa -o mejor dicho, perversa- sería como los políticos que han llenado nuestro país de espacios y edificios “emblemáticos”, que han gastado millones de euros en lugares en los que es más importante el continente que el contenido. La Fundación Newcastle no es una casa de muñecas sino un lugar que quiere mostrar el trabajo de artistas grandes, poderosos, inteligentes… Colaboraré con cualquier espacio -con independencia de que sea diminuto o gigante- que trabaje en esta línea.

¿Y con otras instituciones artísticas como museos, galerías fundaciones…?

Nos encantaría colaborar con otros centros que han prestado atención al arte español, con museos como el MUSAC, CA2M, DA2, MEIAC etc pero también nos gustaría trabajar con espacios marginales, independientes… con gente que no tenga siquiera ni espacio ni presupuesto pero sí muchas ganas de hacer algo bonito.

¿Qué exposiciones se han desarrollado ya en la Fundación Newcastle?

La Fundación está a punto de abrirse con una muestra inaugural “Desapariciones: Imágenes del cuerpo en la colección Newcastle” que indagando en temas como lo fantasmal o la fragilidad de la vida enseñará algunas obras de la colección de artistas como Juan Zamora, Cristina Garrido, Javier Núñez Gasco, Daniel Silvo, Tatiana Abellán etc… Tras el verano comenzarán las exposiciones temporales. De momento se ha puesto en marcha el programa de becas y en breve comenzarán también las residencias.

¿Algún artista ha creado algún proyecto site specific?

Por las características de la Fundación todos los proyectos deberán ser site specific y nos imaginamos que en el montaje deberemos tener pulso firme y precisión, como si fuéramos cirujanos haciendo una operación de cerebro.

¿Cómo surge la idea de crear la Colección Newcastle?

Desde el comienzo del proyecto tuve clara la idea de que era necesario que la Fundación tuviera una colección y no sólo porque era importante mostrar así el apoyo al trabajo de los artistas o porque me interesase que esos fondos fueran la memoria del trabajo que fuera realizando con las distintas exposiciones temporales, sino porque quería luchar contra la precariedad de un tiempo en el que la idea misma de coleccionar ha sido destruida. Cuando de pocas casas puede decirse que sean hogares sino más bien apeaderos o estaciones de paso, ¿cómo pensar siquiera en la permanencia que supone querer ordenar el mundo en una colección? La propia casa en la que vivo -y que alberga a su vez a la Fundación- es de alquiler y en cualquier momento puedo tener que abandonarla por quedarme en paro o porque no me renueven el alquiler… Por eso la colección Newcastle está ideada para caber en una caja de plástico de las que se usan para guardar debajo de las camas la ropa de invierno. Es una colección para tiempos de mudanza. Pero a la vez es una colección –por decirlo así- “de tesis”, en el sentido de que quiere por un lado luchar contra la opinión de que sólo con dinero uno puede hacer una buena colección y a la vez quiere conquistar espacios y defender la idea de que no podemos seguir expulsando a las personas a la calle como si fueran sobras, de que necesitamos espacios –aunque sean pequeños- para construir nuestras vidas y guardar nuestras cosas.

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Cristina Garrido HYM, 2013 Acrílico sobre postal 15 x 10 cm.

¿Cuál sería la fórmula para crear la colección: donaciones, adquisiciones…?

La Fundación Newcastel es una institución –diminuta pero institución- y por lo tanto lo correcto nos parece formar la colección comprando el trabajo de los artistas. En muchos casos se hará de hecho a través de las galerías, ya que nos interesa también colaborar con estos agentes que son los que más intensamente trabajan para promocionar a los artistas.

¿Crees que los espacios de arte portátil son una alternativa a museos o galerías o crees que ambos modelos son complementarios?

Creo que ambos modelos son complementarios aunque visto el tamaño diminuto de los presupuestos que en nuestro país se dedican a cultura parece que los encargados de diseñar las políticas culturales hubieran estudiado economía con las tribus jíbaras que reducen cabezas y quisieran que al final todos fuéramos pequeños. Creo que es importante que se sigan apoyando proyectos culturales grandes. Sería extrañísimo un panorama en el que todos fuéramos talla XS, como un mundo en el que hubiera pulgas pero no perros sobre los que saltar y viajar. Los pequeños necesitamos lo grande para ser pequeños, sin ellos no hay escala ni un patrón que nos permita siquiera llamarnos pequeños.

¿Qué crees que aportan los espacios de arte portátil al sistema del arte actual en el contexto español?

Aportan alegría y un poco de romanticismo…

(Fotos: Cedidas por la Fundación Newcastle)

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¡Hola! Soy Montaña

Soy historiadora del arte y en el blog escribo sobre arte contemporáneo, mujeres artistas, feminismo, museos y exposiciones

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